sábado, marzo 14, 2015

Washington Fajardo. “Lo peor para un centro histórico es que se vuelva museo”. Limapolis 2015.

Washington Fajardo es presidente del Instituto de Patrimonio Mundial de Río de Janeiro y asesor en temas urbanos para la alcaldía de dicha ciudad. Para él, el entorno patrimonial debe ser conservado pensando en las futuras generaciones y mantenido con vida.  Fajardo se encuentra en Lima como parte de los expositores de Limapolis 2015, organizado por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

En entrevista publicada en el Diario El Comercio el viernes 13 de marzo, el urbanista explica que el casco antiguo de una ciudad debe aprender a revitalizarse para atraer a nuevos vecinos y opina sobre el borrado de  murales por la Municipalidad Metropolitana de Lima.

Les comparto la entrevista de Fernando González-Olaechea:

¿Cuál es la importancia del patrimonio arquitectónico?

Las ciudades están hechas de historia y memoria, sin ellas una ciudad no se puede idear a futuro. Hay una mirada muy equivocada: que el patrimonio se fija al pasado, pero no ve hacia el futuro.
El patrimonio es una oportunidad de desarrollo y hace algo muy interesante: conecta personas de distintas identidades y cultura con un territorio. La ciudad no es solo edificios y calles, tiene una dimensión intangible, que es la de la cultura y la identidad. Hay muchos desafíos...

¿Como cuáles?

Hacer que las personas vivan en el Centro Histórico. Eso es importante porque la gran concentración de patrimonio necesita personas, ser un centro de reinversión de ciudadanía. Los centros históricos que se quedan abandonados o solo tienen usos de trabajo, como en Río, necesitan que las personas vivan allá, para que tengan una mirada más sostenible y que ese contacto con la historia sea un espacio, a la vez, de innovación. Muchas otras ciudades tienen a jóvenes en los centros y se vuelven espacios increíbles para nuevos modos de vivienda, y posibilidades para artistas, creadores, arquitectos. 

Habló de artistas. ¿Cómo engranar su presencia con un centro patrimonial que debería mantenerse?

Es un trabajo dinámico con mucha tensión, pero desde mi perspectiva, a mí me importa mucho más que tengamos personas dentro del patrimonio. Además, se hacen pequeños cambios, porque hay que reconstruir la conexión con estos edificios. Lo peor para un centro histórico es que se vuelva un museo.

La Municipalidad de Lima ha comenzado a borrar murales en el centro. El alcalde dijo que ese no fue el rostro tradicional de Lima y que Unesco le puede llamar la atención. ¿Cómo comprende esto?

No me encanta la mirada nostálgica del patrimonio: no se puede vivir en el pasado. Tenemos un criterio en Río: donde el inmueble está mal, es buena [una intervención artística], cuando está en buenas condiciones, no es necesario. Muchas veces las intervenciones urbanas atraen vida y la vida es el factor más importante en centros históricos. 


Publicado en edición impresa, sección Lima, Diario El Comercio, viernes 13 de marzo de 2015
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