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viernes, febrero 03, 2012

Pascual Gangotena. Arquitectura Social. Entrevista. Casa y Más Diario El Comercio.


El 1° de Febrero en el Suplemento Casa y Más del Diario El Comercio de Lima ha sido publicada una entrevista de Luis Rodríguez al arquitecto ecuatoriano Pascual Gangotena, de la oficina Al Borde, quién dictará en Lima durante Enero y Febrero 2012 el Taller Internacional de Verano en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de San Martín de Porres junto al arquitecto peruano Francis Espino y el mexicano Benjamín Padilla.

Aquí les dejo la transcripción de la versión digital del Diario El Comercio.

Entrevista
Arquitectura social
Pascual Gangotena. El arquitecto ecuatoriano que dicta Talleres de Arquitectura en Lima habla de su profesión en Latinoamérica y nos brinda alcances sobre el proyecto social en La Molina.
Por: Luis Rodríguez
Miércoles 1 de Febrero del 2012

¿Qué visión tienes de la arquitectura?
Puede ser la de plantear un problema que implique una complejidad alta, debido a que involucra a actores, localidades, clima y hasta contexto. Pero sobre todo, la defino como el medio para buscar la solución más básica y fundamental posible. Creo que esta es la buena arquitectura y es lo que estamos buscando hacer en Al Borde.

¿Qué proyectos son los que más te gustan?
Antes que nada, considero que no somos arquitectos creativos. Lo que hacemos es casi una lógica matemática y coherente: damos la mejor solución sin ser artistas. En ese sentido, los proyectos más fáciles de resolver son aquellos que poseen más variables y casi siempre con más limitaciones. Si tienes que hacer una escuela con un presupuesto de 200 dólares, no tienes que tomar decisiones, solo preguntarte qué tienes alrededor: paja, madera, caña, tierra. En cambio, si tuviéramos un millón de dólares para construir una escuela, no tendríamos idea de qué es lo que deberíamos hacer.

¿Te gusta mucho el trabajo social?
Me apasiona. Primero, porque es un espacio en donde obtienes sonrisas, abrazos y solidaridad. Y segundo, porque allí la arquitectura soluciona las dificultades de la forma más simple, sin ornamentos. En esos lugares todo tiene una razón de ser y los elementos no están por la estética, sino porque cumplen una misión. Creo que en Latinoamérica hay muchos arquitectos que están yendo por esta línea. Buscando la optimización de recursos y alejándose de la arquitectura que busca el show, que resulta siendo antiecológica y requiere un gasto energético estúpido para trabajar.

¿Tienes una crítica a la enseñanza de la carrera?
Creo que la base de todo es inculcar al alumno la posibilidad de criticar los sistemas, la posibilidad de estar inconforme con lo que sucede y no ser un transeúnte. Creo que las generaciones pasadas tenían más presente el “yo puede construir mi futuro, mis propias leyes”. Ahora los chicos solo asumen las cosas.

Leí anteriormente que dijiste que el arquitecto debe ser una figura política. ¿Por qué?
Hay que hacer política, tener un rol político mediante una opinión sobre el sistema y expresarla con las herramientas que tengamos. En mi caso, con la arquitectura y enseñando como profesor universitario. Que este pensamiento es de derecha, izquierda, centro, no importa. El tema es debatirlo con los estudiantes y que ellos tengan la posibilidad de tomar sus decisiones frente a lo que piensan y a la sociedad.

Y por eso estás aquí…
Sí, aunque te diré que estudiar Arquitectura es imposible, esta profesión se comparte y se guía. Nosotros en el estudio pensamos que una misma acción con un mismo esfuerzo puede multiplicarse en resultados. Por lo que en vez de trabajar todo un mes en un escritorio con la computadora, pensamos en que el producto pueda servir para alguien y que esta acción pueda empezar a generar vínculos entre la universidad y la sociedad, relación que se ha borrado. Por otro lado, los estudiantes trabajarán con los materiales y recursos que tenemos, que es algo característico de vivir en Latinoamérica.

¿Por qué trabajar con pobladores de Musa, en el distrito de La Molina?
Por varias razones. Con ellos tenemos un aprendizaje mutuo. Musa se ha construido a partir de su propia lucha y lo seguirá haciendo; pero los estudiantes no saben lo que representa esta búsqueda de oportunidades. Por otro lado, nosotros salimos de la universidad sintiéndonos profesionales, pero si nos dan un clavo y un martillo no tenemos ni idea de qué hacer con esos materiales. Aprenderemos a decidir sobre nuestras vidas e intervenir en la construcción de la ciudad que queremos y no quedarnos como espectadores.

Fuente: Suplemento Casa y Más del Diario El Comercio. Miércoles 1° de Febrero de 2012.

martes, enero 19, 2010

Lima es una ciudad que se reinventa. Entrevista a Augusto Ortiz de Zevallos. Diario La República.

Lima cumplió el 18 de Enero, 475 años de su fundación española. Con motivo de este aniversario el Diario La República publicó el domingo pasado una entrevista al Arquitecto y Urbanista Augusto Ortiz de Zevallos, uno de los grandes conocedores de la problemática de nuestra capital, autor del Gran Parque de Lima y consultor del Proyecto Costa Verde.
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Diario La República, Domingo 17 de Enero de 2010.
Por Federico de Cárdenas.
Fotos Rocío Orellana.
Lima es una ciudad que suscita grandes pasiones. Ha provocado diatribas feroces como las de César Moro y Sabastián Salazar Bondy, pero también ha tenido defensores de la talla de Raúl Porras o Héctor Velarde. ¿Cuál es tu relación con la ciudad?
–Es una relación de amor-odio, como se da incluso en sus detractores. Salazar Bondy negó a Lima como arcadia colonial, pero en su diatriba hay algo de amor adolescente hacia una madre con la cual no termina de entenderse. Y Velarde, que fue uno de sus defensores, tiene textos en los que ironiza sobre el mal gusto, la huachafería, la arquitectura de cuento de hadas o la cortesanía limeñas. Lima es una ciudad con pegada, con espesura. Luis A. Sánchez dijo primero que es la ciudad de la que uno escapa y luego que de ella no se escapa nadie, que es como decir que ser limeño es algo irrenunciable, como un destino.
Lo que ocurre es que es una ciudad que se está reinventando, y por eso la Lima de hoy me parece muy estimulante. Es una ciudad que se obstinó en no ser peruana, pero que por fin se reencontró con el Perú como una suerte de crisol en el que la mitad más uno vienen de fuera y las muchas identidades se van conjugando y la sienten suya. Es verdad que hay muchas Limas, como le pasa a México. Hay Lima Norte, Lima Este, Lima Sur, Lima Centro y guardan sus patologías. Por ejemplo el deseo de la clase más pudiente es irse, a Miami o Asia.
Podemos no querer Lima por su cielo gris o plomizo, pero cuando sale el sol –al cual los limeños llamamos de 20 cariñosas maneras– la amamos. La de hoy es una ciudad vital, emergente, con potencialidades, pero también es una ciudad descoyuntada, caótica.
–Encuestas recientes descubren que hay una mayoría de limeños que tiende a encontrarla “bonita”. Es verdad que es un término amplio y relativo, porque en su arquitectura dejó de serlo hace un buen rato.
–Así es. Puede decirse que hasta la Lima de Leguía tuvimos una ciudad con presencia muy fuerte: los balcones e iglesias y las casas con identidad propia, fruto de un mestizaje que inventó sus elementos. Incluso la ciudad de Leguía fue generosa, con sus avenidas dirigidas al mar (Arequipa, Brasil) y sus generosos parques (Reserva, Exposición). Era una ciudad que ofrecía espacios públicos, pero que luego se fue negando y reduciendo. Surgió ese urbanismo triste de matar árboles y crear “corredores”, palabra horrible que convierte a sus avenidas en lugares de paso donde reina el auto.
Lo “bonito” tal vez esté referido a esa combinación curiosa que abarca la gastronomía, lo criollo en el buen sentido de humor y empatía. Hay ciertas maneras de ser limeño que terminan siendo gratas y que enganchan rápidamente con los extranjeros. Quizá se trate de una personalidad limeña más intangible que tangible. También de esos mitos que se resisten a morir, como aquello de la “Perla del Pacífico” o la “Tres veces coronada villa”, que no se refiere a ninguna coronación, sino a los tres reyes magos. Esa Lima señorial se fue, y en buena hora. Ahora se está inventando otra cosa, como ocurre con todas las grandes metrópolis, con una población joven que recrea su ciudad.
–No podemos olvidar que Lima y su periferia cuentan ocho millones de habitantes, y en ese sentido hablar de una sola Lima tiene mucho de abstracción.
–Es una abstracción. Y hay sociólogos que han estudiado cómo Lima reproduce al Perú y cómo el mapa de las migraciones, con las ubicaciones de ayacuchanos o puneños. Todo provinciano llega a la casa de un pariente y el Norte, Este o Sur son como transiciones hacia lo limeño, perceptibles especialmente en el folclor que se escucha los fines de semana en diversas partes de la capital. Gustavo Riofrío ha estudiado esta incorporación a la ciudad a partir de dos o tres generaciones familiares que se suceden, a veces en el mismo espacio, con las invasiones iniciales convirtiéndose en casas y luego en edificios. Es que hay identidades que anclaron y tienen cohesión y a las que ya no corresponde el concepto de “cono”. Al comienzo fueron una suerte de ciudades-dormitorio de gente que trabajaba en el gran centro, pero eso quedó atrás y ahora habría que hablar más bien de Lima Norte, Lima Este o Lima Sur, ciudades caóticas pero vitales, cuyo crecimiento habría que ordenar, y no dejar en manos de los especuladores.
–Si no hay un mínimo ordenamiento, el riesgo es la fracturación.
–Así es. El riesgo es el de una cada vez mayor fragmentación y con menos espacios de encuentro, pese a que hoy la gente tiende a encontrase más que hace años.
Los alcaldes
–Hay quien afirma que Lima es hechura de sus alcaldes. No sé si la frase tiene sentido, pero lo que es cierto es que desde 1980, cuando se regularizaron las elecciones municipales, se han sucedido diversos proyectos para la ciudad.
–Creo que los alcaldes son casi irrelevantes. Dependen de que tengan un plan y sobre todo los recursos para realizarlo. Por ejemplo el proyecto del Metropolitano, que intenta crear una columna vertebral a la ciudad y vincular el eje norte con el sur tendrá algún éxito porque permitirá un transporte colectivo con estándares mejorados y suscitará la emulación. No es posible que Lima continúe con esta madeja de 520 líneas que se enredan y anudan como tallarines. Pero los cambios se deben más a los migrantes, porque la autoconstrucción hizo que la ciudad ilegal superara a la legal y ha ido determinando la construcción de vías.
Orrego diseñó unos ejes de transporte que luego Barrantes materializó en parte, pero el tren eléctrico impidió que eso se continuara. Se perdió el préstamo otorgado por el BM porque se contradijo el modelo. Lo que hemos tenido ha sido un rosario de obras sueltas sin mayor conexión. Y, claro, la mejora de la economía por la recuperación del ahorro, permite que la gente se pueda pagar una vivienda a plazos. Pero no creo que los alcaldes tengan gran cosa que ver en esto. La ciudad se hace sola y los alcaldes la acompañan.
–¿Ni siquiera con Orrego, el único alcalde arquitecto que hemos tenido?
–No creo. Orrego era una persona empeñosa que construyó algunos ejes como la Túpac Amaru y Pachacútec. Inició un poco la construcción hacia las periferias, pero en el centro no pasó nada y me temo que en los años que siguieron pasó muy poco: el río (Rímac) sigue lleno de basura, la Costa Verde nunca se organizó. Es verdad que Lima tiene muy pocos recursos; Bogotá tiene un presupuesto diez veces mayor y lo mismo ocurre con Santiago.
Belmont hizo una alcaldía en la que las tareas eran pintar paredes y colocar adornos navideños. Salvo el by pass, dejó Lima al gobierno central, que lo hizo peor: el transporte fue desmontado en la época de Fujimori, quien impuso un “todo vale” por el que cualquier cosa que podía circular lo hiciera, sin importar su estado y por donde le diera la gana. Se desmanteló el sistema de rutas, algo que ni a la Thatcher se le hubiera ocurrido. El resultado es la locura de transporte que tenemos.
–¿Y el intento de ganar la Costa Verde para los limeños?
–Varias veces se ha tratado de armar una propuesta y ha fracasado. La distritalización hace a cada alcalde un reyezuelo y nunca la denominada “Autoridad Autónoma de la Costa Verde” ha podido funcionar como tal. El colmo es que se considere a los distritos como dueños de su propio suelo y puedan disponer de él para venderlo como negocio.
–En estas condiciones, ¿cómo planificar para la ciudad?
–Es muy difícil. En Lima nada es pronosticable, y surgen los guetos que reúnen a los muy ricos, los muy pobres, los marginales, los mercados de contrabando y lo que existe ahora: grupos que administran la piratería en computación, cine, música, libros y que tienen sus espacios. Es el lado más tercermundista de la ciudad, pero en el mal sentido, aquello que la emparenta a Calcuta o El Cairo.
Luis Castañeda
–Has sido uno de los más constantes críticos de la gestión del actual alcalde, Luis Castañeda. ¿Te ratificas en ello?
–Lo que me distanció inicialmente de Castañeda fue que rompiera con la tradición, respetada por Barrantes, Del Castillo o Andrade, de convocar al cuerpo de regidores, una tradición de pluralidad que hacía que la ciudad se pensara en conjunto. Este prescindir de la opinión de los otros continúa. Es verdad que trabaja mucho y que es eficaz, además ha producido un volumen de obras superior a otros. Pero creo que se equivoca en su poca apertura, en su reticencia a hacer que los ciudadanos participen de sus proyectos, algo que Mokus en Bogotá y Peñaloza, su sucesor, lograron bien: esa noción de ciudad de todos y con espacios compartidos. El bogotano de hoy está orgulloso de lo que tiene y lo defiende. La falta de comunicación de Castañeda hace que pierda una ligazón con los ciudadanos.
–Tengo la impresión de que, aparte de las escaleras y los hospitales de la solidaridad, Castañeda hubiera ido construyendo su proyecto para la ciudad una vez elegido.
–No hay que olvidar que tuvo por algunos años EMAPE, responsable del peaje. Creo que eso lo marcó y que su mirada es demasiado “vialista” y que no abarca otras dimensiones. El manejo del tema cultural ha retrocedido en su gestión. Con Andrade hubo bienal de arte, ópera joven y decenas de manifestaciones que se han perdido. Es posible que no tuviera algo muy armado y que lo haya ido construyendo como sus obras de vialidad. Pero la ciudadanía limeña concebida como conocimiento, información, participación y cultura no está siendo trabajada. Desde una perspectiva promedio –y para los que ya no esperaban nada– su gestión resulta eficiente. Pero hay otros modelos en los cuales podríamos mirarnos. Pienso en Bogotá o Curitiba, y me parece que la ciudad desaprovecha posibilidades que tiene. La falta de diálogo que practica el alcalde hace que tampoco se muestre dispuesto a enterarse de ellas.
–¿Y tu experiencia como regidor?
–Nunca supe en qué consistía el cargo. No se me dio ninguna tarea personal, como podía ser la coordinación con un distrito o una labor en el concejo. Esta concepción del regidor como si fuera una entelequia perjudica mucho su labor. Queda una situación entre dos aguas en la que, como ocurre con los congresistas, nadie sabe qué hace un regidor, en tanto que el alcalde hace todo y no rinde cuentas ni sigue una agenda.
El Parque de Lima
–En la época de Andrade estuviste ligado a la creación del Parque de Lima, que fue concepción tuya. ¿Satisfecho con la experiencia?
–Sí, en líneas generales. Lo sacamos adelante con una oposición feroz de la dictadura, que encargó al INC de la época poner toda suerte de trabas. Cuando planteé el proyecto se tenía miedo al usuario. Recuerdo que pedí peces y patos para los estanques y me dijeron que se los iban a comer. Lo que me gusta del Parque de Lima es su parte tangible: ver a la abuela con ropa serrana, a la hija que ya es urbana y al nieto que es rockero y que cada uno encuentra allí lo que le interesa. El parque se logró plasmar como un espacio público para todos. Incluso el Museo de Arte –que era muy exclusivo– multiplicó su asistencia y talleres. Llegamos a usar los siete auditorios, uno para 4 mil personas. Ahora se usan solo para el Día de la Madre, pero allí estuvieron Sabina, Manu Chao y nuestros rockeros. Y allí ha hecho Gastón Acurio su festival de gastronomía. En las encuestas sale como el segundo espacio preferido de los limeños. Le ha faltado gestión cultural y lo siento desaprovechado, pero es que aún tenemos una mirada solemne, muy poco laica y muy poco abierta. Lo que cuenta es que la gente lo reconoce como espacio propio y eso me pone contento.

miércoles, junio 17, 2009

Entrevista a Enrique Ciriani sobre la Residencial San Felipe. Perú 21.

Entrevista de José Gabriel Chueca a Enrique Ciriani, publicada el 22 de Mayo en el Diario Perú 21.
Recientemente, vecinos de la Residencial San Felipe denunciaron la pretensión del alcalde de realizar modificaciones en su emblemática Ágora. Aprovechamos la ocasión para conversar con el internacionalmente reconocido Enrique Ciriani, arquitecto que diseñó la primera etapa.
"Yo estudié en la UNI, cuando nacía la Facultad de Arquitectura. En ese momento, la Agrupación Espacio introdujo la arquitectura moderna. Y todos los profesores eran 'instituciones’: Córdova, Agurto, Cairo, 'Cartucho’ Miró Quesada y otros. Paralelamente, entré a trabajar al Ministerio de Fomento", recuerda.
Usted construyó grandes proyectos del primer gobierno de Belaunde.
Lo que tengo que contarle es ¿cómo fue posible que un arquitecto de 26 años pudiera hacer la Residencial Matute y, después, la primera etapa de la Residencial San Felipe –las cuatro torres–, la obra más avanzada de urbanismo hasta hoy? A lo que ya le conté sume que yo era el mejor alumno de mi clase. Mi promoción se llamaba Belaunde, quien trató de venderle mi tesis –el Centro Cívico– a Rockefeller. O sea que a mí me sacaron de Fomento y, con dos motocicletas, me llevaron a Palacio a explicarla (ríe).
Ok. ¿Cómo hizo todo eso tan joven?
Fue un momento de entusiasmo nacional. Mis profesores eran de la Junta de la Vivienda, mis compañeros trabajaban en varios proyectos. Había arquitectos privados buenísimos. Hicimos un viaje a Brasil, donde levantaban Brasilia. En los 50, Latinoamérica era el centro de la arquitectura mundial.¿Cómo nació la Residencial Matute?Belaunde creó la Junta de la Vivienda desde el Parlamento. Por él se hizo la Unidad Vecinal N° 3, la primera vivienda social del Perú. Cuando salió elegido presidente, tenía que hacer obra. ¡Palacio de Gobierno estaba lleno de maquetas! Él preguntó qué proyecto estaba listo: Matute. Era mío. Se hizo rapidísimo. En un año y medio se levantó Matute y, luego, San Felipe. Entonces, no es que yo fuera genio. Sucede que era el mejor medio en ese momento. Y, sí, siempre he tenido gran apetito de transformación.
¿Cuál era la idea con San Felipe?
Era una competencia por la idea más avanzada. La idea era tener las cuatro torres (la primera etapa) y, al final del terreno, otras cuatro y, entre ambas partes, una gran armazón lineal que diseñó Osvaldo (Córdova). Cada sistema de cuatro torres era una entrada a esta ciudad. Ahí están las tiendas, el lugar de reunión (el Ágora). Hay alturas dobles y triples por todas partes y calles aéreas porque era una puerta. Es increíble que, con 26 años, me hayan dejado. Cuando visito San Felipe, se me pone la carne de gallina. Con toda la fama y prestigio que tengo ahora en Europa, no me dejarían hacer algo así.
¿Por qué no se hizo la idea original?
Se pidió densificar el proyecto. Iba a ser un gran parque. Pero, incluso así, San Felipe tiene 75% de área verde. En Lima nadie vive así. Ni los que tienen plata. Excepto los que viven lejos o en ciertos lugares de Miraflores y San Isidro.
Es un lugar espectacular...
Y la gente lo siente así. Quizá no entienden por qué, pero es como si uno se sintiera bien ahí. Por eso los chicos de ahora y los de antes iban a jugar. ¿Y por qué pasa esto? Porque es un sitio constituido, es urbano. La gente no es tonta, tiene un sentido urbano.
Usted hizo una carrera en Europa.
Llegué a Francia y me dijeron para enseñar. Mayo del 68. Revolución. Metieron al clóset a los profesores viejos y sacaron al frente a los jóvenes. Me agarraron –yo apenas sabía francés, pero dibujo bien, básico para explicar– y me hicieron profesor intocable. Luego obtuve el Premio Nacional Francés, en el 83. En principio, fui a Europa por mi mujer. Ella me jaló. Puede verse: lo mío ha sido tener mucha suerte.
Antes quisieron hacer un supermercado que rompía la arquitectura de San Felipe. Los vecinos lo evitaron. Ahora, el alcalde quiere cambiarlo...
El diseño está inscrito. No puede tocarlo ni el alcalde. Pero la permanencia de una obra depende de sus habitantes; si no, el mundo de hoy se la traga.
Usted se reunió con los vecinos.
Les dije que me parece que el municipio quiere hacer cambios porque algunos vecinos se quejan de los chicos jugando con patinetas. Yo digo que es mejor que los chicos jueguen. Hace 15 años había muchas drogas. Estas cosas hay que recordárselas a los vecinos. Una señora se me acercó y me dijo: “¿Usted hizo esto? ¡Qué gusto! San Felipe y yo hemos pasado cuatro terremotos juntos”. Fue lindísimo. Yo puedo explicar la arquitectura, pero los vecinos la sienten. Por eso llevé a mis estudiantes, para que vieran que se pueden hacer propuestas de calidad y que la gente las va a apreciar.